A raíz de la pandemia, la educación socioemocional se transformó en una prioridad para la gran mayoría de los establecimientos. En ese contexto, el Liceo Nacional Bicentenario de Excelencia desarrolló una iniciativa llamada “Proyecto de Aprendizaje Socioemocional (ASE)”, que busca responder a las necesidades de salud mental de la comunidad educativa.
La complejidad de enfrentar una pandemia gatilló en la comunidad educativa del Liceo Nacional Bicentenario de Excelencia de la comuna de San Bernardo el surgimiento de diferentes problemáticas de salud mental de diversa complejidad e intensidad que poco a poco comenzaron a mermar los procesos de aprendizaje.
Frente a este desafío, la directora del establecimiento Yoice Orellana, relata quese propusieron diseñar e implementar el proyecto de Aprendizaje Socioemocional (ASE), que persigue el desarrollo de competencias socioemocionales de las y los estudiantes de enseñanza básica y media mediante la adquisición de un currículum de destrezas socioemocionales coherentes y en progresión a su edad y nivel educativo.
“Somos seres integrales y la educación está centrada en lo académico. Hace un par de años se abrió el tema de la necesidad de la educación socioemocional y en nuestro caso son todos los profesionales del establecimiento quienes colaboran con el equipo de convivencia y se benefician de su aplicación”, precisa la directora.
El ASE es tan relevante que reformuló el Proyecto Educativo Institucional (PEI), con una hora dentro del currículum que está con resolución provincial y dentro de las horas de libre disposición. Su objetivo a es desarrollar competencias socioemocionales individuales y grupales que favorezcan el bienestar, la convivencia, el clima escolar e impacten en la calidad de los aprendizajes, para que los 514 estudiantes de este liceo científico-humanista, se apropien de las herramientas emocionales, valóricas, cognitivas y sociales.
La iniciativa se basa en el programa Colaboración para el Aprendizaje Académico, Social y Emocional (CASEL), movimiento que surgió en 1994 de la mano de investigadores y educadores, que creían que las escuelas deben atender las necesidades sociales y emocionales de todos los niños.
Daniela Elgueta, psicóloga del liceo, señala que esto le da un sustento teórico y una base firma para su implementación: “Primero comenzamos con rutas de aprendizaje socioemocional, las que comenzaron el 2021 de forma virtual. Cada fin de año evaluamos los resultados y hacemos ajustes para mejorar el año siguiente”, indica la profesional.
Álvaro Salinas, orientador del establecimiento, participó en el diseño e implementación del proyecto. A su juicio, su valor radica en la comprensión de que “la educación se pone al servicio de las necesidades de las y los estudiantes, en nuestro caso adolescentes. Y lo que buscamos es que tengan las habilidades suficientes para llevar el control de sus vidas, la dirección del camino que quieren para su futuro. Otro punto importante es la pertenencia, cuál es el lugar donde quieren llegar, crecer y desarrollarse y cuál va a ser su posición frente a la sociedad”.
Incluir la emocionallidad
La psicóloga Daniela Elgueta, reflexiona que “lo más integrador de este programa es incluir la emocionalidad de las y los estudiantes, lo cual tiene que ver con una necesidad básica de las y los seres humanos, que seamos capaces de ver no solo lo cognitivo, sino también la emoción”.
Sofía Neira, estudiante de 1° medio A, así lo confirma. Considera que “es fundamental ampliar el tema de la salud mental porque si esta no funciona, no funciona nada. Tenemos el espacio para expresar nuestros sentimientos y atrevernos a hablar, ya que en el liceo son muy apañadores. Además, estudiantes que no tienen posibilidades de acceder a un psicólogo pueden hacerlo de forma gratuita en el liceo.”
Su compañera de curso, Valentina Toro, comenta que “salir de la casilla de lo académico y que se tome en cuenta nuestra salud mental es algo que no tuvieron las generaciones pasadas. Hoy agradecemos eso.”
La directora, Yoice Orellana, concluye que este proyecto se ha transformado en una válvula de escape para estudiantes que se encuentran en un liceo de alto rendimiento, y que actualmente se sienten más escuchados, fortaleciéndose toda la comunidad.