La preocupación por el otro en el Colegio Marina de Chile

 

Cuando dicen que los niños son la promesa y la esperanza del futuro, el Colegio Marina de Chile de Concepción, sabe que sus estudiantes son parte de esa máxima.

Era el año 2009 y el profesor de historia y geografía Leandro Bascuñán se percató de que entre los alumnos existía un interés por sus pares y por el entorno social y cultural en el que vivían. Consciente de la importancia de que los estudiantes se preocupen y cooperen con el ambiente en el que viven —sobre todo en un colegio en el que índice de vulnerabilidad en enseñanza básica llega a 72,6% y en media a 62,1%—, el equipo docente de la institución resolvió hacer algo al respecto.

Así nació la Organización Solidaria Estudiantil (OSE). Año a año, el Departamento de Orientación realiza un catastro de las necesidades económicas y/o materiales de las familias de los estudiantes del colegio y de las instituciones vecinas. Con esos datos en manos, un grupo de alrededor de veinte alumnos se coordinan y, asesorados por docentes, realizan un plan de acción. Es ahí dónde diseñan instancias que van en beneficio de aquellos que más lo requieren, sobre todo en fechas especiales, como el día de la madre, del padre, del niño y navidad. Toda la comunidad participa de la medida que, según la directora y ex alumna del colegio, Victoria Uribe, “releva valores de respeto, responsabilidad y solidaridad”.

Además, la OSE se caracteriza por ser un espacio de conversación y reflexión en comunidad sobre problemáticas sociales que busca apoyar a los más necesitados. Los estudiantes, junto con profesores y apoderados realizan seminarios de responsabilidad social en grupo. Algunas de esas actividades, inclusive, se han desarrollado, en 2008 y 2011, con apoyo de la SEREMI de Educación de Bío Bío, de la Universidad Católica de la Santísima Concepción y el Hogar de Cristo. En esas instancias, explica Victoria, “se motivó a otros establecimientos municipales a generar instancias de trabajo colaborativo con un enfoque solidario, en dicha oportunidad también se compartieron experiencias de trabajo con colegios particulares y la universidad, siendo reconocido el trabajo realizado por nuestro colegio público”.

Con ese proyecto ya consolidado, el colegio postuló a la Red de Escuelas Líderes de Educación en Pobreza. Y pasó a ser parte de ese programa que destaca la tarea de establecimientos que entregan educación de calidad en situaciones de vulnerabilidad —y que impulsan Fundación Chile, Fundación Educacional Arauco, Fundación Minera Escondida y El Mercurio — en 2014.

El participar de la Red, “ha sido una experiencia enriquecedora”, asegura la directora, ya que a partir de esta han incorporado nuevas estrategias de trabajo que se vinculan con el Colegio Marina de Chile.

Desde entonces la OSE ha ido sumando nuevos integrantes. Pero Leandro resalta que  todos aquellos que han participado en el proyecto “hoy en día siguen apoyando desde sus medios la labor social en su entorno, y —si ya son ex alumnos— mantienen su vinculación con nuestro establecimiento, a través de la OSE”.

El mirar y velar por el otro se expandió hacia otros proyectos del colegio. Con apoyo del Ministerio de Educación, el establecimiento ha desarrollado un taller intercultural bilingüe, mediante el cual se fomenta el respeto y la mantención, por parte de los alumnos, de las tradiciones de la cultura mapuche.

Mediante actividades interdisciplinarias que conmemoran la cultura, se ha incentivado en toda la comunidad la valoración, por ejemplo, de la medicina mapuche (a través de una investigación botánica con la asignatura de biología), de las historias indígenas (conversaciones con poetas mapuches en lenguaje) y de los juegos de Palín (del mapudungun:  pelotear, en las clases de Educación Física).

Con eso, la comunidad del colegio ha podido, también, realizar análisis y conversaciones sobre la condición actual de los pueblos originarios. “El proyecto ha motivado a que alumnos que no tienen ascendencia mapuche, se interesen por su estudio, reconociendo la importancia de mantener las tradiciones, y a quienes sí la poseen, ha generado un sentido de orgullo de su cultura”, comenta Leandro.

La directora Victoria está orgullosa de su casa de estudios. “Veo que los valores que forman la identidad del colegio, con los que fui formada, tales como solidaridad, respeto y responsabilidad se mantienen en el tiempo”, dice.

Y, si de los niños y jóvenes depende, así seguirá siendo.

Texto por Amanda Marton.